julio 27, 2010

La Mente del Mercado – Capítulo II – Nuestra Economía Popular





El ser humano evolucionó en lo que Shermer llama tierra media, equipado para ver cosas desde milímetros hasta kilómetros, entender el tiempo más o menos en el periodo de expectativa de vida, entender longitudes cuánticas o años-luz, los eones desde el big bang hasta nuestros días nos es más difícil. Por eso no nos es sencillo entender la evolución o el mundo de los negocios, desarrollamos nuestro entendimiento sobre lo que es justo en pequeñas tribus, no en mercados globalizados. Entre las más grandes y peores entendidas metáforas de la historia de la ciencia están, la evolución por selección natural y la mano invisible de Smith. La naturaleza no está seleccionando nada, no es que con el paso del tiempo nos volvimos más humanos como si la humanidad estuviese en el último escalón de la evolución. Los organismos tienen mutaciones aleatorias, algunas hacen que se adapten mejor al ambiente, la mayoría no hace absolutamente nada y con el paso del tiempo se hace evidente cuales mutaciones favorecieron la mayor cantidad de descendencia.

Con la mano invisible de Smith sucede algo similar, no es que de hecho haya una mano que no podemos ver y guía como funciona el mercado, sino que la economía es un sistema emergente, auto-organizado, bottom-up, donde las decisiones individuales de miles de millones de personas genera un sistema predecible con la mínima intervención externa.

En nuestro pasado evolutivo, cuando vivíamos en tribus pequeñas, nadie tenía mucho más que cualquier otra persona y por lo general cuando uno ganaba alguien, otra persona tenía que perder, eso en economía y teoría de juegos se conoce como sistema de suma 0. Es por esto que vemos las inequidades como injustas, los reyes y demagogos tenían mucho, mucho más que el resto de la gente, pero no por motivos precisamente justos. Smith, en su ensayo largo “Teoría del sentimiento moral” dice: “El hombre por más egoísta que pueda suponerse, tiene evidentemente algunos principios en su naturaleza, que le hacen interesarse por la fortuna de los demás, y hacen que su felicidad sea necesaria para él, aunque de ella se deriva nada salvo el placer de verla. De este tipo es la piedad o compasión, la emoción que sentimos nosotros por la miseria de los demás, ya sea cuando es vista, o se la piensa de manera muy vívida. A menudo se deriva tristeza de la tristeza de los demás, es una cuestión demasiado obvia para requerir cualquier instancia para probarlo, porque este sentimiento, como todas las demás pasiones originales de la naturaleza humana, no está ninguna manera confinada a los virtuosos, aunque quizá la sientan con mayor sensibilidad. El mayor rufián, que rompa todas las reglas de la sociedad, no carecerá del todo de ella.”

Síntesis de The Mind of the Market – Chapter 2 – Our folk economics. Por Michael Shermer.

Capitulo 1

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